Largo, duro y difícil. Al menos así prometió Zapatero que sería el proceso de paz iniciado hace tiempo. Y en verdad, no le falta razón, pues está teniendo las tres ocmponentes a partes iguales, aunque lo que no parece faltar es
voluntad.
Está siendo
largo, pues llevamos un año sin apenas avances (excepto el más grande de todos: el cese de la violencia). Recordemos que el primer paso fue la iniciativa presentada por Zapatero en el Congreso de los Diputados para dialogar con ETA
siempre y cuando la banda se comprometiera a dejar las armas (allá por Mayo del 2005 y que fue
aprobada por mayoría parlamentaria). A partir de ahí, tras varios contactos, se llegó a un abandono de las armas el
22 de Marzo de 2006. Desde ese momento, ETA, que llevaba tres años desactivada
de facto, pasa a estarlo oficialmente, y se suceden contactos PSE-Batasuna, robos de pistolas, desactivación de la Kale-Borroca, reactivación de la misma... en un contínuo sube y baja que no deja vislumbrar avance ninguno.
Sin embargo, en un análisis más profundo, el simple hecho de que ETA siga sin romper la tregua medio año después, sin haber recibido
ni una sola concesión a cambio muestra o una voluntad altruista de abandono de la violencia (altamente improbable) o la gran cantidad de movimientos soterrados que se van sucediendo (de los cuales de cada 15, sólo salen a la luz 1 ó 2). Ahí está que
ni los presos han sido acercados, ni las penas conmutadas, ni Batasuna legalizada, que es lo que persigue el terrorismo vasco, y lo cual
concedió gustosamente Ánsar (que como bien sabrán mis sagaces lectores,
traicionó a las víctimas del terrorismo por negociar con ETA).
A día de hoy, el asunto empieza a estancarse y el propio gobierno
lo reconoce. Ciertamente, un descanso a todas las partes no vendría nada mal (mientras no se revoque la situación actual).
Pero al mismo tiempo está siendo
difícil, no sólo por su propia dificultad intrínseca, sino por la añadida por parte de ciertas asociaciones que parece que no desean la paz para España en general, y Euskadi en particular. Entre ellas, cabe destacar el papel fundamental de la
oposición, quien está torpedeando el proceso por el simple hecho de que no quiere que sean
otros los que se lleven el mérito de acabar con ETA; no han estado tantos y tantos años intentando monopolizar miserablemente a las víctimas, politizándolas y usándolas en beneficio propio, para que ahora "
otros" puedan estropearles el chiringuito. Aunque no hay novedades en ese aspecto: la primera preferencia para el Partido Popular siempre ha sido el poder, que prevalece ante cualquier otro interés, aunque sea general.
Unas declaraciones injuriosas por aquí, un poco de odio sembrado por allá, un par de manifestaciones de "ven y tendrás un bocadillo" más allá, unas declaraciones sobre Zapatero replegándose ante los terroristas más aca, una hipotética destrucción del Estado derecho como sazonamiento general...
Aunque poco nos deberíamos sorprender de quienes dicen
representar a las víctimas, pero a la hora de la verdad, distinguen entre
víctimas de primera, y
víctimas de segunda (como muestra,
€$PP€culancia Aguirre ha vuelto a denegar la financiación a la Asociación de Víctimas del 11M).
Y en aprovechando todo este ambiente, ETA, que ve un gobierno aislado por la
desleal oposición ansiosa de poder, aumenta la presión para que Zapatero acepte su pliego de exigencias. Mientras la oposición siga en su posición montaraz, la organización terrorista se crecerá más y más. Si el proceso se rompe, ya sabremos a quién agradecérselo.
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